Génesis 3:7-11 nos muestra cómo entró la vergüenza a la experiencia humana. La vergüenza distorsiona cómo nos vemos a nosotros mismos y cómo vivimos. Oscar Castillo nos explica cómo la gracia de Dios es mayor que nuestros fracasos, culpa y vergüenza.
Creados para ser salvos |Génesis 3:15, 21-24 |
Creados para trabajar | Génesis 3:17-19 |
Creados para vivir el evangelio en nuestras relaciones interpersonales | Génesis 3:12-13 |
Creados para un mundo sin vergüenza | Génesis 3:7-11 |
Creados para un mundo diferente | Génesis 3:1-7 |
Creados para relacionarnos | Génesis 2:18-25 |
Creados para descansar | Génesis 2:1-3 |
Creados para florecer | Génesis 2:4-25 |
El Corazón de Dios para las Naciones | Génesis 1:28-31 |
Creados a la imagen de Dios | Génesis 1:26-27 |
Creados para enseñar las verdades | Génesis 1-3, 2 Timoteo 2:24-26 |
Creados para escuchar Su voz | Génesis 1:3, 6, 9, 11 |
¿Quién es Nuestro Dios? Parte 2 | Génesis 1:1-5 |
¿Qué es lo que Dios ha creado y cómo esto revela Su carácter? | Genesis 1:3-25 |
¿Quién es Nuestro Dios? | Génesis 1:1-2 |
Fuimos creados para un mundo sin vergüenza. La vergüenza es una consecuencia del pecado y afecta a cada ser humano, nuestras relaciones con los demás y nuestra relación con Dios. Mientras que la culpa es un reconocimiento de que “he fallado”, la vergüenza es la sensación de que “soy un fracaso”. Sin embargo, la Biblia dice que ese no es el final de tu historia. Aunque somos culpables de muchos pecados, la gracia de Dios es mayor.
Hay tres mentiras que la vergüenza repite constantemente en nuestras mentes. Las buenas noticias es que podemos experimentar sanidad y liberación de nuestra vergüenza gracias a Cristo.
1. No eres quien deberías ser. La primer mentira de vergüenza nos dice que estamos rotos, defectuosos y somos un fracaso. La vergüenza se arraiga debajo de la superficie de nuestras vidas, impactando cómo nos vemos a nosotros mismos y cómo vivimos.
La vergüenza es una consecuencia del pecado. En Génesis 3:7, los ojos de Adán y Eva se abrieron y se dieron cuenta que estaban desnudos. Cuando Adán y Eva comieron del fruto, adquirieron conocimiento del mal. Esto resultó en vergüenza porque se dieron cuenta de que no eran quienes Dios los había creado. Se escondieron de Dios porque tenían miedo y estaban desnudos.
Por el contrario, fuimos creados para un mundo sin vergüenza. Génesis 2:25 nos dice que el hombre y su mujer estaban desnudos y no se avergonzaban. La intención de Dios para la desnudez fue que la humanidad fuera creada para vivir en completa apertura y vulnerabilidad. Dios nos hizo para operar abiertamente con total confianza y libertad con Él mismo y con los demás.
La vergüenza puede distorsionar y convertirse en el centro de nuestra identidad. Muchos de nosotros podemos rastrear nuestras frases personales de vergüenza hasta nuestro pecado, nuestra reacción al pecado o los efectos del pecado al compararnos con los demás. Para otros, nuestra vergüenza puede estar relacionada con un evento, como un divorcio, un aborto o una carrera profesional fallida. La vergüenza como centro de nuestra identidad puede conducir a la culpa, la ansiedad, la depresión, el aislamiento e incluso el suicidio.
La verdad de Dios nos dice que la vergüenza no es el final de nuestra historia. La Biblia nos dice que somos perdonados por las riquezas de la gracia de Dios (Efesios 1:7). Dios está obrando en nosotros, transformándonos a la imagen de Cristo.
2. Si otros vieran quien realmente soy, no me amarían. La segunda mentira de vergüenza nos dice que si otras personas realmente nos conocieran, nos rechazarían y jamás podrían amarnos.
La vergüenza sustenta la separación que comenzó con la caída del hombre. En Génesis 2:16-17, Dios advirtió que el conocimiento del bien y del mal traería la muerte a Adán y Eva. La muerte, en esencia, es la separación de Dios. Vemos una separación entre Adán y Eva, y luego vemos una separación de Dios.
La vergüenza nos convence que debemos escondernos de Dios y de los demás. Vemos en Génesis 3:7 que ahora Adán y Eva sentían miedo que fueran conocidos por completo. En este pasaje, usaron hojas de higuera para cubrirse. Todavía hoy, podemos escondernos de los demás con nuestra propia versión de las "hojas de higuera". Algunos se esconden detrás de ropa de diseñador, buen estado físico, logros, riqueza, adicción al trabajo e imagen en las redes sociales. Incluso podemos escondernos detrás de las disciplinas espirituales o vocabolario religioso para desviar a las personas de nuestro quebrantamiento.
La vergüenza puede hacer que nos escondamos en comunidad. La vergüenza, incluso en la comunidad de Dios, puede hacer que le demos vueltas a las cosas o las dejemos intencionalmente vagas. Pulimos nuestros pecados porque no queremos que la gente nos vea realmente cómo somos. Al hacerlo, evitamos que se nos conozca verdaderamente (1 Juan 1:5-7).
Debemos responder y confesar nuestro pecado y nuestra vergüenza. Es solo a través de la confesión que genuinamente podemos encontrar sanidad (Santiago 5:16). La verdad a la que debemos responder y aferrarnos es que la sangre de Jesús nos ha comprado para la familia de Dios. Es el deseo de Dios que seamos plenamente conocidos y amados.
3. Si Dios viera quien realmente soy, no me amara. La tercer mentira de vergüenza nos dice que si Dios supiera todo lo que he hecho o si supiera acerca de mis imperfecciones, no me amaría.
La vergüenza trae miedo. En Génesis 3:8-10, vemos que Adán y Eva se esconden de Dios cuando antes corrían hacia Él. Huimos de Dios porque no queremos que Dios vea las cosas que nos hacen sentir vergonzosos. En nuestro intento de evitar a Dios usamo como pretextos nuestras ocupaciones, entretenimiento o vicios para sacarle la vuelta.
Dios ve todo y está en continua búsqueda de nuestros corazones. Aunque podemos saber que Dios ve todo, puede ser difícil reconocerlo porque tenemos miedo de la respuesta de Dios. La buena noticia es que Dios es un Dios que busca e inicia Su amor por nosotros. Dios quiere que veamos nuestros pecados porque debemos ser nosotros quienes reconozcamos esos pecados ante Él.
Debemos decir la verdad a la vergüenza. La Biblia nos dice que aunque el pecado de Adán condujo a la condenación, Dios nos dio el regalo gratuito de la salvación a través de la muerte de Su Hijo. A través de la fe, somos hechos justos ante Dios, aunque somos culpables de muchos pecados. La gracia de Dios es mayor y suficiente para cada pecado en tu vida (Romanos 5:15-17).
¿Cuáles son las mentiras o las cosas que la gente te ha dicho, que le han dado forma a cómo te ves y cómo vives? ¿Cómo contrarrestas eso a la luz de la verdad de Dios?
¿Cuál es el pecado que está impidiendo o dificultando la intimidad con Dios en tu vida en este momento? ¿De qué manera ese pecado está causando vergüenza o condenación en tu vida?
¿Realmente crees que el amor de Dios y el don de Su Hijo han cubierto todos tus pecados? ¿Estás viviendo con libertad, o te sientes agobiado por la vergüenza?
¿Qué papel juega la gracia de Dios en tratar con la vergüenza? Confiésale a Dios y a tu grupo de comunidad cualquier cosa que te impida encontrar tu identidad en Cristo.