¿Estás creciendo espiritualmente? ¿Cómo puedes medir tu crecimiento espiritual? El crecimiento espiritual no se mide a través del desempeño externo, sino por medio de una transformación interna de nuestros corazones. 1 Pedro 1:22-2:3 nos muestra tres indicadores de crecimiento espiritual: amor por los demás, odio por el pecado y hambre por la verdad.
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El crecimiento espiritual no se mide por nuestras actividades, conocimientos o experiencias. No es una cuestión externa, sino una transformación interna del corazón. 1 Pedro 1:22-2:3 nos muestra tres indicadores de crecimiento espiritual:
1. Amor por los demás (1 Pedro 1:22-25).
Debemos “amarnos los unos a los otros fervientemente”, buscando proactivamente a las personas de la manera en que Cristo nos buscó a nosotros. Hemos sido transformados por Cristo para amar como Cristo.
El amor es el sello distintivo de la fe cristiana. Así es como la gente sabrá que estamos siguiendo a Cristo (Juan 13:35).
El amor y la verdad siempre van de la mano. El amor “no se goza de la injusticia”, ni ignora la verdad (1 Corintios 13:4-6). Dios es amor (1 Juan 4:8), y en Jesús vemos el amor y la verdad perfectamente unidos.
Debemos amar incluso a aquellos que son difíciles de amar (Mateo 5:46).
2. Odio por el pecado (1 Pedro 2:1).
Debemos deshacernos de estos cinco destructores de las relaciones:
La malicia - deseo de hacer daño a alguien.
El engaño - deshonestidad deliberada.
La hipocresía - decir una cosa y hacer otra.
La envidia - resentir la ventaja de otra persona.
La calumnia - dañar la reputación de alguien.
Puede ser difícil deshacerse de estos destructores de relaciones porque:
Vivimos en una cultura donde se celebra el ultraje (Proverbios 29:11).
Nos hemos lastimado a nosotros mismos y queremos defendernos o protegernos.
Es más fácil ver el pecado de otras personas que el nuestro (Mateo 7:3-4).
Somos responsables de cada palabra descuidada que se hable o se publique (Mateo 12:36).
3. Hambre por la verdad (1 Pedro 2:2-3).
Al probar la bondad de Dios, nuestra devoción a Él aumentará.
Suprimimos nuestro apetito por la verdad cuando: Fallamos en priorizar el tiempo para leer la Palabra de Dios y escuchar Su predicación.
Nos distraemos y no nos concentramos al leer o escuchar la Palabra de Dios.
No obedecer lo que dice la Palabra de Dios. (Santiago 1:22-24).
Si leer la Palabra de Dios se siente más como un trabajo pesado que un deleite, entonces léamosla: A través de la oración. Oremos por el deseo de leer la Palabra de Dios y por una mejor comprensión de ella.
Devocionalmente. Reconozcamos que la meta no es solo aprender, sino llegar a conocer a Dios.
Estudiosamente. Aprovechemos los recursos disponibles para estudiar y entender la Biblia.
Corporativamente. Leeamos junto con otras personas.
¿Cómo te está yendo en amar a otras personas? ¿Hay alguien a quien se te hace difícil amar? ¿Por qué crees que eso nos pasa?
¿Tiendes a ser alguien que es “toda la verdad”, hablando la verdad sin amor, o “todo amor”, buscando afirmar a todos sin decir la verdad? ¿Cómo puedes hablar mejor la verdad en amor (Efesios 4:15)?
¿Con cuál de los 5 destructores estás batallando hoy?
¿Tienes hambre por la verdad? ¿Cuál sería el próximo paso que podrías tomar para desarrollar más apetito por la Palabra de Dios?