¿Te cuesta perdonar a alguien? Para los que estamos en Cristo, nunca somos más hipócritas que cuando recibimos el perdón de Dios, pero no estamos dispuestos a otorgárselo a otros. Jesús nos ha perdonado una insuperable deuda de pecados. De manera que Dios nos llama a perdonar a otros como Cristo nos ha perdonado a nosotros. En este mensaje Oscar Castillo analiza la parábola del deudor que no perdona.
El Perdonado Perdona | Mateo 18:21-35 |
La Adoración Al Yo | Lucas 18:9-14 |
En Tierra Buena | Mateo 13:1-9 |
Cumpliendo con un Conjunto de Reglas | Lucas 15:25-32 |
El padre que perdona y sus dos hijos perdidos: el hijo pródigo | Lucas 15:1-32 |
Edificados diferente | Mateo 7:24-27 |
Cómo entrar al cielo | Lucas 10:25-37 |
Tu mejor verano con Jesús | Mateo 13:44-46 |
Jesús contó está parábola que sacudió la consciencia de todos, en respuesta a la pregunta de Pedro: “Señor, ¿cuántas veces debo perdonar a alguien que peca contra mí?” El Siervo que no perdona nos muestra tres realidades importantes sobre perdonar a los demás.
Los perdonados perdonan porque todos somos deudores.
La deuda que se debía era igual a tres mil vidas de trabajo. Era una cantidad impensable (Mateo 18:24).
El punto de Jesús: La deuda era insuperable. Nuestra deuda de pecados ante un Dios santo es increíblemente grande (Romanos 3:23; Romanos 6:23).
Los perdonados perdonan porque Cristo los perdonó.
Cada uno de nosotros tenemos una opción. Nuestra lista de pecados puede caer sobre Jesús o sobre nosotros. La realidad es que nunca podremos pagarla (Romanos 6:23).
Cristo clavó la lista de nuestros pecados en la cruz. No hay otra forma de cancelar nuestra insuperable deuda ante Dios (Colosenses 2:13-14).
Los perdonados perdonan como Dios perdona.
El rey en la parábola hace la pregunta: “¿No deberías haber tenido compasión de tu compañero así como yo tuve compasión de ti?” (Mateo 18:33)
Cada uno de nosotros es bienvenido en el reino de los cielos, pero la falta de perdón no tiene lugar ahí.
Si no perdonamos...
“Nos envenenamos por dentro”. El siervo que no perdonó fue echado en la cárcel (Mateo 18:34). Cargar con la falta de perdón es como beber veneno y esperar que la otra persona muera.
Estamos condenados a revivirlo. Los fantasmas nos perseguirán, mientras que la otra persona ni cuenta se da.
*Quizás estemos luchando con la pregunta: "¿Soy perdonado?" *Es posible que seas salvo, pero tengas obstáculos en tu comunión con Dios (Mateo 18:35), o que estés realizando actividades/ritos religiosos sin ser salvo.
Entonces, ¿cómo perdonamos a otros?
Permite que Jesús se ocupe de sus pecados, ya sea en la cruz o en el Día del Juicio. Si ya son creyentes, Jesús ha perdonado sus pecados. Si no son creyentes, pídeles que experimenten el perdón de Cristo.
Cuando recuerdes los pecados de otros, recuerda los tuyos. A veces, los pecados de otras personas se nos quedan grabados en la mente y el corazón, por lo que debemos perdonar, orar y entregárselo al Señor todos los días, perdonando a los demás como nosotros hemos sido perdonados (Mateo 6:12; Efesios 4:32-5:1).
¿Qué pasa con los pecados más feos y oscuros? *Estos pecados pesan sobre nosotros, como cadenas que estorban nuestros pasos. Encuentra la llave a la libertad en la cruz. Incluso mientras estaba siendo asesinado, Jesús perdonó a sus asesinos (Lucas 23:34).
*¿Qué pasa si alguien sigue pecando de la misma manera? Síguelos perdonando, sí (Mateo 18:21-22), pero el perdón y la confianza son dos cuestiones diferentes. Puedes perdonar completamente a alguien y desconfiar.
¿Y si nunca me piden perdón? *Perdónalos de todas formas, así como Cristo lo hizo: él perdonó a sus asesinos incluso mientras colgaba en la cruz (Lucas 23:34). No se lo estaban pidiendo, pero Él les estaba extendiendo el perdón.
*¿Qué pasa si no puedo perdonarme a mí mismo? Tú no puedes perdonarte los pecados que tú mismo cometiste. Sólo Cristo puede ofrecerte perdón. Su cruz pagó por todos tus pecados.