¿Alguna vez te has equivocado en el amor? ¿Alguna vez has puesto toda tu esperanza en otra persona deseado que te complete o te brinde seguridad y al final terminaste lastimado? Como puedes ver, todos ansiamos amor y anhelamos aceptación. Es una necesidad muy básica de nuestro ser. Lamentablemente, muchas veces buscamos el amor y aceptación en todos los lugares equivocados para satisfacer ese vacío del corazón.
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Cuando era niño me pasaba mucho tiempo con un juguete que tenía varias piezas de diferentes formas (cuadradas, triangulares, rectangulares, etc.) la idea del juego consistía en encajar las piezas correctas en los agujeros correctos. A veces forzaba y hasta le pegaba a las piezas para que encajaran en el agujero que no era el correcto.
Ese juego ilustra perfectamente lo que muchas personas hacemos con nuestra vida. Ya que no importa que tan paciente seas. Que tanta destreza y habilidad estratégica tengas. No importa que tan fuerte trates de forzarla. Las piezas y los agujeros tienen que encajar. Cuando no coinciden el tratar de golpearlas para que encajen te dejará frustrado
Lo mismo es verdad con nuestras vidas. Todos tenemos un vacío, un hueco en nuestro corazón que tiene cierta forma (como las piezas del juguete) de tal manera que solamente puede ser llenado con un encaje perfecto. Como puedes ver, Anhelamos ser amados, y estar satisfechos, pero ese amor y satisfacción deseados deben surgir de cierta fuente para que tengan ese encaje perfecto.
Nuestro problema es que muchos buscamos amor y satisfacción para llenar ese vacío en todos los lugares equivocados. Muchos tratamos de llenar ese vacío en el corazón con cosas que no encajan. Y finalmente eso nos lleva a una crisis de identidad.
El rey Salomón es un ejemplo perfecto de un hombre que buscó en todos los lugares equivocados. Salomón fue la persona más rica que jamás haya pisado la faz de la tierra. Salomón tenía cada recurso a su disposición y aún así escribió en su diario, (El libro de Eclesiastés 2:1) Dije yo en mi corazón: «Vamos ahora, te probaré con el placer: gozarás de lo bueno».
Salomón probó todo “debajo del sol” para ver si algo podía llenar ese vacío. Y sí que tenía los recursos para hacerlo. Tenía mansiones, palacios, bienes raíces, jardines, parques, embalses. Intentó la música y encuentros sexuales. Tenía las mejores comidas, el mejor vino, las mejores fiestas y sin embargo al final de su vida se dijo en Eclesiastés 1:14, «He observado todo cuanto se hace en esta vida, y todo ello es absurdo, ¡es correr tras el viento!»
Es como intentar de encajar una pieza cuadrada en el agujero redondo. Finalmente, Salomón hizo otra observación. Llegó a comprender que en lo profundo de nuestros corazones hay un hueco que solamente puede encajarse con Dios y solo Él. Ni siquiera otra persona.
Salomón concluyó en el libro de Proverbios 19:22, Lo que un hombre y una mujer desean es un amor que no falle. Nuestros corazones están buscando un amor infalible. Un amor que no falle es la única pieza que encaja y satisface nuestros corazones y aclara nuestra identidad.
Simplemente debes comprender cuán ancho y largo, alto y profundo es el amor de Cristo hacia ti. Permite que Su amor infalible capture tu corazón; que ese amor te carcoma el alma y cuando lo hagas, jamás tendrás una crisis de identidad; porque descubrirás tu verdadera identidad. Eres un hijo atesorado del Dios Altísimo perfectamente amado y perdonado. Esa es tu verdadera identidad. Como puedes ver, tu corazón lleva la forma de Dios, un ajuste perfecto para Jesús en todos los sentidos. Ningún corazón es muy grande, ningún corazón es muy pequeño Jesús es la respuesta, se ajusta en todos.